¿Qué hacer con el ala destructiva del Partido Republicano? A medida que se acerca la fecha límite para resolver si Estados Unidos cae en default, algunos esperan que la paralización de su gobierno genere una ruptura en el Tea Party para que nunca más atente contra la credibilidad de Norteamérica.
Otros sostienen que los republicanos podrían recuperar el sentido común cuando sufran una hiriente derrota en las elecciones parlamentarias del año próximo. Unos pocos hasta sostienen que una cesación de pagos este mes sería la única catarsis que funcionaría.
Si Washington es una constante ruleta rusa, es preferible que el arma se dispare ahora y no más adelante. Todo eso es aleccionador. Pero no sirve para resolver el dilema que enfrenta el republicano John Boehner, el presidente de la Cámara de Representantes que tiene el poder de poner fin a esta crisis en cualquier momento. Sin embargo, sabe que si votara con los demócratas, le podría costar la posición de vocero de su partido.
Hay dos razones para que Boehner haga lo correcto aunque se gane el odio del Tea Party. Primero, seguramente no querrá quedar en la historia como el primer presidente de la Cámara de Representantes en permitir un default soberano en Estados Unidos.
Tampoco querrá ser quien ayudó a convertir a los republicanos en parias. El ocasional cierre del gobierno norteamericano es una cosa. Es irritante pero no catastrófico. No defender la plena fe y crédito de EE.UU es otra cosa totalmente distinta. Si Boehner no está dispuesto a evitarlo se ganaría la deshonra de la historia.
Si llegara a hacerlo, y probablemente lo haga, Boehner debería renunciar en defensa del interés nacional de Estados Unidos. Hubo un momento en que los republicanos entendían muy bien lo que eso significaba. Uno tiene la esperanza de que Boehner todavía lo entienda.
Segundo, el presidente Barack Obama hace bien en negarse a negociar. Cuanto más tiempo se prolongue el cierre, mayor es el riesgo de que se fusione con el tope de la deuda y se encienda. En dos semanas Boehner no recibirá de Obama más concesiones que hoy. No tiene sentido esperar hasta último momento para elevar el techo de la deuda. Es posible que Norteamérica caiga en default técnico por unos días sin que los mercados lo vean como tal. Nadie sabe.
Una caída de 1.000 puntos en el Dow puede resolver la mayoría de los problemas en Washington. En septiembre de 2008, una declinación levemente inferior fue suficiente para que los legisladores dejaran de negarse a aprobar el Trouble Asset Relief Programme (TARP).
Pero sería mejor que Boehner no lo averigüe. Un ala clave de su partido está preparada para arruinar la reputación del país como base de la economía mundial. Son republicanos sólo por el nombre. Por el bien de la reputación de su partido, Boehner debería poner fin a la crisis ya mismo, concluye Financial Times.
Fuente: iProfesional.com