En China, las acciones de empresas recién introducidas en bolsa pueden dispararse hasta un 2.500% en dos meses, reflejo de un sistema estrechamente controlado por las autoridades, restrictivo y desconectado de las realidades del mercado.
Según la visión de las plazas bursátiles occidentales, este reciente resultado de Baofeng Technology, una firma pekinesa de programas informáticos de diversión, desafía cualquier lógica.
Introducida a mediados de marzo en la bolsa de Shenzhen, su acción ganó de forma reiterada 10% por día, el alza máxima autorizada cada día.
La acción terminó el miércoles a 252,86 yuanes (36,7 euros, USD 41,6): en dos meses, ganó por tanto más de 2.500%, convirtiendo a su presidente Feng Xin en un multimillonario en dólares.
Esta asombrosa alza obedece menos a aspectos fundamentales de la empresa tuvo pérdidas en el primer trimestre que a lagunas estructurales.
En China le corresponde a la Comisión de regulación de mercados financieros (CSRC), bajo control gubernamental, aprobar las introducciones bursátiles.
La CSRC decide sola la fecha de cotización, confirma el número de acciones emitidas y, sobre todo, la cotización de introducción. Estos parámetros están habitualmente determinados en Occidente por el mercado y las propias firmas.
La CSRC le pone un techo al precio de introducción, por lo cual muchas empresas se ven obligadas a introducirse en bolsa a una cotización muy subevaluada.
Ello se presenta como gran negocio para los inversores, que se disputan duramente estas acciones a bajo precio.
– Maná garantizado –
Casi todas las salidas en bolsa generan una valorización de 44% en una sesión: es el límite autorizado para un primer día de cotización. Algunas acciones siguen ganando luego un 10% diario.
Semejante éxito atrae masivamente la liquidez de los operadores –algunos de ellos pequeños ahorradores– en detrimento del resto de títulos, y generando el riesgo de desestabilizar el mercado.
«Si el precio de salida es de 5 yuanes por acción, uno puede estar seguro que pasará rápidamente a 50 yuanes. Una manera segura de ganar dinero» comenta el peluquero de Shanghai, Wang Youfu, que en sus horas libres invierte en bolsa.
«Todo el mundo quiere aprovecharse de ello. Pero la oferta es limitada», se lamenta.
El sistema de asignación para cotizar es «opaco» y suele beneficiar a los «insiders» (iniciados o con contactos).
«El sistema actual es problemático e ineficaz» observa Zhang Qi, analista de la sociedad de corretaje Haitong. «Algunas empresas no consiguen ser cotizadas, pese a que habría una demanda de sus acciones, y los inversores se quejan de la falta de opciones disponibles», añade.
Por otra parte, asegura, en el clima de reciente euforia en las plazas chinas –el índice en la bolsa de Shanghai se duplicó en un año– los empresas recién cotizadas ven cómo se disparan sus acciones, sea cual sea la solidez de su actividad.
– Financiarse en la bolsa –
En un contexto de ralentización de la economía china, Pekín quiere alentar el recurso a la bolsa como modo de financiación para las empresas.
Un larga lista de unas 500 firmas candidatas a ser cotizadas sigue esperando la luz verde oficial.
En fin, el mercado de valores chino tiene otro problema serio: las informaciones erróneas, incluso fraudulentas, son habituales en las plazas financieras del país.
Prueba de ello es el comunicado surrealista publicado en abril por Boyuan, un fondo de inversiones cotizado en Shanghai, que se declaraba «incapaz de garantizar la verdad, la exactitud y la exhaustividad» de las informaciones contenidas en su propio informe anual de actividad.
Fuente: AFP