La crisis por un ataque a Siria amenaza la recuperación mundial

El repunte del precio del petróleo desde que Estados Unidos anunció una posible intervención militar podría traducirse en más inflación y menos crecimiento. Previsiblemente EEUU superará en un mes su techo de deuda y retomará la siempre tensa negociación para fijar un nuevo tope. La crisis política mantiene paralizada a Italia, tercera economía de la Eurozona, y el resultado de las elecciones en Alemania definirá parte del rumbo futuro del Viejo Continente.

Por si fuese poco, en Oriente Medio no dejan de sonar tambores de guerra. El mundo económico teme que el ataque norteamericano contra el régimen de Bashar Al Assad se enquiste, acabe desestabilizando la región y provocando unas turbulencias financieras, sobre todo en el precio del petróleo, que retrasen aún más o incluso frenen la recuperación.

La primera amenaza para la recuperación global, derivada de una guerra en ese país, es que el precio del crudo se dispare. Desde que a finales de agosto Barack Obama anunció un posible ataque militar, el barril de Brent ha superado los 115 dólares, su nivel más alto en seis meses. Y el crudo de Texas ronda de nuevo los 110 dólares, cima que no alcanzaba desde mediados de 2011, hace dos años.

Ese rebrote en el coste de esa materia prima, que beneficia a la industria petrolífera y las relacionadas con ella, está afectando ya a los sectores del turismo y el transporte. Por ejemplo, las cuentas de resultados de las aerolíneas de todo el mundo tendrán que reflejar ese incremento, según los analistas consultados.

Cada diez dólares que se encarece el barril de crudo supone una contracción de cuatro décimas en el PIB mundial, según cálculos de Deutsche Bank Research, y de cinco décimas en el caso concreto de la Eurozona, que en el segundo trimestre avanzó un tímido 0,3%. La inflación en los países del euro subiría cuatro décimas con ese incremento. De acuerdo a Capital Economics, una subida de diez dólares en el precio del barril de crudo produce una transferencia del 0,5% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial desde los consumidores de petróleo a los productores.

En los Presupuestos Generales del Estado, el Gobierno de Mariano Rajoy preveía un precio medio de 101 dólares para el barril de Brent durante este año. El Ministerio de Economía, aunque confía en que el IPC cierre el año en el 1%, ya ha incluido el impacto del conflicto en sus cálculos.

Ese es el mayor temor: que la revalorización del petróleo se traslade al resto de productos, incluidos los de la cesta de la compra, provocando una tendencia inflacionistas que reste aún más poder adquisitivo y debilite el ya de por sí renqueante consumo.

Peligro limitado

Los precedentes no son halagüeños. El impacto sobre los precios de la «Primavera Árabe» fue uno de los factores mencionados por el Banco Central Europeo cuando subió los tipos de interés en 2011. Sin embargo, el economista gestor de fondos y experto en petróleo y gas Daniel Lacalle no estima que ello se repita en esta ocasión: «El impacto sobre la inflación europea será muy bajo y la posibilidad de que el BCE suba tipos es inexistente. El mercado descuenta que el precio no va a superar los niveles actuales. Hasta que la factura petrolera, es decir, lo que se gastan los países en importar crudo, no alcanza el 7,5-8% del PIB global, no se da un impacto relevante. Actualmente no llega al 6% y si el barril no seobrepasa los 130 dólares, no habrá peligro».

En cuanto a nuestro país, en un momento en el que se ha alcanzado el superávit comercial, el encarecimiento de la energía aumenta el coste de las importaciones energéticas. «A España no le vendrá bien de ningún modo. Nuestra dependencia del petróleo hace que un alza de precios vaya directamente contra el consumo. Eso alterará a la baja las expectativas de los agentes», señala José Manuel Pazos Royo, socio director de Omega IGF, quien en todo caso cree que el impacto final podría ser limitado por la escasa importancia de Siria y dependiendo de cómo se gestione y evolucione la guerra.

Desde que hace dos años y medio estallase la guerra civil en ese país, su producción diaria de petróleo ha caído de 365.000 a 45.000 barriles. Pero Siria no es Irak. No es uno de los grandes suministradores de crudo; apenas produce el 0,2% del petróleo mundial. Sí lo son, sin embargo, sus países vecinos —Irán, Irak, Arabia Saudí— y su principal aliado, Rusia. La intervención de este último en defensa de Al Assad, que los expertos descartan pese a los mensajes amenazantes de Moscú, sería clave en el devenir de la guerra. El mayor miedo que se masca ante la posibilidad de un conflicto internacional en la zona es un contagio a los Estados del entorno. Los países de la zona ya han dejado de producir 2,68 millones de barriles diarios desde que en 2011 estallaron las revueltas.

«Siria exporta poco y no es ruta de paso de oleoductos o gasoductos. El miedo reside en que la inestabilidad se extienda al Golfo y, sobre todo, a Irak. donde la violencia continúa. Si nos falla Irak, sí que habrá peligros de suministros y amenazaría la recuperación global», alerta el catedrático de Recursos Energéticos de la Universidad de Barcelona, Mariano Marzo. «Siria no es lo suficientemente importante a nivel económico y político para los países occidentales como lo era Irak, un solomillo en comparación por su riqueza petrolífera. Frente a ello, los campos de crudo sirios son muy maduros, con baja rentabilidad y poca producción», incide Lacalle.

Según los analistas, el suministro estaría más que garantizado, con Arabia Saudí, primer productor mundial y enemigo de Siria, sacando más de 11 millones de barriles diarios, su máximo en 25 años, y unas reservas de más de 265 millones de barriles.

«Habrá intervención, pero será quirúrgica», augura Pazos. Es decir, el ataque será rápido y sin complicaciones. Son los propios Estados Unidos los más interesados en no desencadenar un «rally» alcista del precio del petróleo, por tratarse de uno de los indicadores siempre entre las preocupaciones de los norteamericanos. Hay una especie de barrera psicológica establecida en cuatro dólares el galón de gasolina. En los últimos años, ante la presión popular por la subida de precios de los conmustibles, Obama ha tenido que actuar en el mercado para evitar un mayor incremento del petróleo.

Techo de deuda

Otro factor se suma al cóctel geopolítico: la próxima aprobación de un aumento del techo de deuda de EEUU. Según el secretario del Tesoro, Jack Lew, el país sobrepasará el actual límite fijado en 16,7 billones de dólares el próximo mes de octubre. «Se especula con que el Gobierno de EEUU podría atacar Siria para achacar la subida de la deuda a la intervención. Se estima que un ataque al estilo de Libia costaría 120 millones de dólares semanales. Obama ya ha anunciado que consultará al Congreso antes de tomar cualquier acción en el país y los republicanos no están por la labor de aumentar el gasto público», considera Lacalle. A ambos lados del océano la recuperación aún avanza entre algodones. Y las turbulencias en Oriente Medio expanden la incertidumbre.

 

Fuente: ABC

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