Mañana a las 12 de la noche se cumple el plazo para que los legisladores de Estados Unidos lleguen a un acuerdo que permita una nueva ampliación del techo de deuda por encima de los 16,7 billones de dólares.
De lo contrario, la primera economía del mundo apenas podrá aguantar una semana con los 30.000 millones que le quedan a sus arcas del Tesoro antes de quedarse sin dinero para hacer frente a sus compromisos, entre ellos, el pago de intereses a los tenedores de sus bonos y letras.
Sin embargo, el mercado está tranquilo. Y eso que la exposición de la banca mundial al conjunto de la deuda de EE.UU. -bonos, letras, derivados, pública, privada y demás productos financieros relacionados con esta- supera los 5,7 billones de dólares, según los datos del Banco Internacional de Pagos correspondientes al primer trimestre de 2013.
El total de la deuda de EE.UU. en manos de bancos europeos asciende a 3,1 billones, donde Francia y Alemania se encuentran entre los países que más exposición tienen con 427.905 millones y 492.489 millones de dólares respectivamente. Se lleva la palma Japón, con más de 1,1 billones de deuda total en su poder, mientras que otros países como Canadá, con 726.263 millones tampoco se quedan cortos.
Una posibilidad, la del default, que está prácticamente descartada por los analistas y gestores pero que aún existe. «Es un escenario que nadie baraja ni por asomo», asegura Gonzalo Lardíes, gestor de BPA. «Aunque sea pondrán un parche para tirar hacia adelante», asegura.
No en vano, más allá del impacto que tendría el impago de los bonos y letras de EE.UU. -que sería relativo teniendo en cuenta que los países que más deuda pública tienen según los datos del Tesoro son China (1,2 billones de dólares) y Japón (1,13 billones de dólares), si se produce un default detrás se irá la deuda privada.
Y cualquier pérdida de valor de la cartera conjunta -esos 200.500 millones de dólares de las entidades españolas- puede ser al final relevante si se produce lo que se conoce como ‘cisne negro’, es decir, un evento de gran magnitud que pilla por sorpresa a los mercados y que desencadena una espiral de reacciones desproporcionadas.
Y es que las consecuencias de un impago técnico de la deuda de la moneda reserva del mundo son impredecibles y sería la primera vez en la historia que ocurre algo de estas características.
De hecho, a pesar de que el mercado ha descartado esta posibilidad, los inversores están comprando a manos llenas seguros frente al impago (CDS, por sus siglas en inglés) por lo que pueda pasar. Así, los CDS para cubrir los bonos a cinco años de EE.UU. se han disparado un 80% desde septiembre y poner a salvo 10 millones de dólares cuesta 37.500 dólares.
Fuente: iProfesional.com